Efectos Nefastos del bilingüismo: Las ideas recibidas son tenaces
En 224 estados en el mundo, 29 solamente pueden ser considerados como verdaderamente monolingües. A pesar de esta realidad, la idea del efecto negativo del bilingüismo precoz a invadido el inconciente colectivo durante largos años. Los hedores de estos prejuicios son aun perceptibles hoy en día en ciertos medios. La razón es el desconocimiento del fenómeno bilingüe.
Francia – y de una manera general Europa – no es un país donde le multilinguismo sea la regla, lo que justifica mas interés aun de estudiarla.
Los primeros estudios del bilingüismo precoz eran americanos. Hasta los años 1960, ellos han revelado una influencia nefasta sobre la “inteligencia” de los niños. Un estudio típico de esta época es aquella del investigador galo D.J.Saer (1923) quien sometía a los niños monolingües y bilingües a pruebas verbales de inteligencia. Comparando los resultados de 1400 niños de 7 a 14 años de medios bilingüe y monolingüe, el encuentra una superioridad de 10 puntos entre el QI (Coeficiente Intelectual) de los niños monolingües y aquellos de los niños bilingües. El problema de este estudio – y de otros por consiguiente – es inherente a la naturaleza de las pruebas de inteligencia a los cuales se les sometía a los niños (y aún se somete a veces). Estas pruebas en general miden una ínfima parte de la inteligencia (la cual es requerido por la escuela) y experimentan una visión de las clases medias de las sociedades occidentales:
A estos estudios, anteriores a 1960 les hacía falta de lejos, simplemente el rigor científico: Allí se comparaba las prestaciones de hijos de inmigrantes en pruebas verbales de inglés, idioma que ellos estaban en proceso de aprender, con las de los niños anglófonos. Además lo mas importante, el medio social del cual salían los niños no era tomado en cuenta. Por consiguiente, no es sorprendente que en estas condiciones los resultados se hayan revelado desastrosos para los niños “bilingües”; de esta manera se demostraba que los niños estaban sujetos a una confusión mental, que ellos presentaban una “discapacidad lingüística”, se descubría en ellos un sentimiento de desarraigo y aún de problemas de personalidad.
No es hasta unos cuarenta años después que una investigación menos parcial, empleando métodos rigurosos, se reconoce la influencia benéfica o neutra de una segunda lengua sobre el desarrollo del niño. Sin embargo, a pesar de estos descubrimientos, el impacto de los primeros estudios sobre la opinión pública a sido importante, al punto que hoy en día los temores y prejuicios rodean el bilingüismo del niño.
Encontramos regularmente padres como profesionales de la pequeña infancia en los cuales el temor de la “confusión mental” del joven bilingüe ocupa un lugar central. Aquí lo que se ha podido leer en los foros de discusión: “Muy pronto voy a ser mamá y esta pregunta me atormenta porque veo como ello perturba a un niño de aprender dos lenguas, no se que hacer”., o “Porque es la lentitud de los niños bilingües, es normal que les tome tiempo para hablar visto de que ellos deben asimilar dos lenguas en lugar de uno!. Es un trabajo adicional para su cerebro en desarrollo…”, o aún: “escuché a un experto decir que un niño en contacto permanente de dos lenguas diferentes, tomando por ejemplo el francés y el inglés, no aprenderían a distinguir claramente las dos lenguas, pero hablaría primero el francés”. Temor de mezcla como consecuencia de una confusión mental, lo cual estaría en contra de las capacidades cognitivas adquiridas para una vida satisfactoria.
La idea de confusión nos re envía a la idea de lo “hibrido del mestizajes, de la bastardía, de perdida de pureza de la lengua original en alguna forma ”como lo formula la lingüista Christine Deprez. En la opinión publica, la mezcla des los lenguajes pondría en peligro el aprendizaje de la lengua francesa, por lo cuál todo el mundo convendría que ello es necesario para la igualdad de oportunidades y el éxito escolar en el país.
Fuente: Extracto de “Le défi de enfants bilingües” – Barbara Abdelilah-Bauer, Éditions La Découverte – Paris 2006.
Traducido por la autora de este blog
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